Solbes dispara por sorpresa el papeleo de Sociedades y ahoga a las empresas.

Mientras las empresas pelean por obtener financiación y combaten la recesión como pueden, tendrán que buscar un hueco para adaptarse, a prisa y corriendo, a toda una retahíla de nuevas exigencias fiscales. El Ministerio de Economía y Hacienda ha decidido cambiar por sorpresa los modelos de Declaración del Impuesto de Sociedades para controlar lo que la Agencia Tributaria no duda en denominar como uno de los focos donde pretende detectar más fraude a partir de ahora -es decir, levantar más actas-. El nuevo modelo (conocido como impreso 200) da un giro de 180 grados: habrá que incorporar toda la información relativa a operaciones vinculadas. Es decir, relaciones con empresas de familiares, de miembros del consejo, operaciones entre filiales, precios a los que se han fijado las compra ventas con empresas del grupo, métodos de valoración de esos precios o relaciones con firmas participadas. Y habrá que hacerlo con efecto retroactivo: se reclaman sobre un ejercicio ya cerrado, el de 2008, puesto que los nuevos formularios del Impuesto de Sociedades afectarán a la declaración que se realice este año (que afecta a los beneficios obtenidos en 2008). Por si fuera poco, este modelo de Sociedades -al que ha tenido acceso EXPANSIÓN y que puede descargarse en la web del diario- ya venía de por sí con dosis adicionales de complejidad para las empresas: recoge la primera declaración con las nuevas reformas contables, algo que estaba suponiendo un quebradero de cabeza para las compañías. Los expertos de Ernst & Young Abogados destacan que todas las empresas contaban con el hecho de que no se exigirían estos datos hasta el año 2010, donde deberían dar cuentas de todas estas relaciones y operaciones realizadas en 2009. Por eso, las empresas estaban recopilando ahora la información que se iba generando, pero muy pocos habían decidido llevar a cabo esta labor antes de 2009. De hecho, el propio modelo de declaración reformado, aún no ha sido publicado en el BOE, con lo que prácticamente ninguna compañía es consciente del problema burocrático que se avecina. Los expertos afirman que los grandes grupos tendrán problemas al adaptarse a este cambio, pero que serán las pymes las que mayores trabas encuentren, al no contar con medios para improvisar sus declaraciones. A ello se suma que el súbito cambio coincide con una reorganización de la Agencia Tributaria, que multiplica el personal dedicado a pequeñas empresas y asalariados.

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