Los impuestos directos ceden su hegemonía a los indirectos.

El endurecimiento de las normativas de precios de transferencia, el aumento de la base de tributación de las empresas a cambio de rebajar el tipo general del Impuesto de Sociedades y la sustitución progresiva de los impuestos directos por los indirectos, como el IVA, son algunas de las principales medidas fiscales que están marcando la tendencia entre los Gobiernos de todo el mundo para combatir los déficits fiscales, según las conclusiones del informe Tendencias Mundiales en Política Tributaria 2012 elaborado por la firma internacional PwC Tax & Legal Services. Países como el Reino Unido han sido testigos de una rebaja del tipo que grava los beneficios empresariales del 30% en 2008 al 26% en 2012, y está previsto que se reduzca hasta el 24% en 2013. En el caso de Holanda esta reducción lo ha situado en el 25%. Algunos ejemplos Holanda, por ejemplo, ha anunciado su intención de aumentar la tributación indirecta a cambio de reducir los impuestos sobre las rentas del trabajo. Japón subirá el IVA del 5% al 10%, gradualmente, en 2015. En China se da la circunstancia de que el 60% de la recaudación tributaria proviene de tributos indirectos y el 40% de directos. En España esta relación está en un 36% a un 64% a favor de los directos. En la actualidad, 150 países cuentan con sistemas de imposición indirecta y se espera que en 2013 otros siete se incorporen a esta relación. El análisis explica cómo las distintas Administraciones tributarias, para paliar la caída de ingresos por la crisis, llevan a cabo dos tipos de medidas. Por un lado, de reforma de los tributos y, por otro, de control de su gestión y administración. Además, impulsados por la presión global, los países no están desarrollando políticas fiscales a largo plazo, al tiempo que incrementan la presión sobre las actividades de los contribuyentes fuera de sus países de origen y endurecen las normativas de precios de transferencia. Así, la presión inmediata para combatir sus déficits fiscales está impidiendo en muchos casos el diseño de políticas fiscales a largo plazo. No obstante, existen algunos ejemplos dignos de señalar como los de China, Canadá, Reino Unido, Australia o Estados Unidos. Esta actitud, todavía minoritaria, es digna de mención en tanto en cuanto aumenta la confianza del tejido económico y empresarial.

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