Las grandes fortunas se han puesto manos a la obra para evitar el impacto fiscal de las medidas recaudatorias del Gobierno. Pero más que lo que ha llegado, temen lo que está por llegar: una nueva tributación para las sicav, las sociedades de inversión con las que los grandes patrimonios manejan sus finanzas. En la banca privada española ya se da por hecho que habrá cambios fiscales para estas sociedades. Por ello, el cierre y reducción de capital de las sicav ha escalado a máximos de la crisis desde que el Partido Popular llegó al Gobierno a finales de noviembre, según cálculos de EXPANSION. Casi 50 sociedades de inversión han visto reducido su capital significativamente o han sido liquidadas desde diciembre. Las grandes fortunas no habían salido de estas sociedades a este ritmo ni siquiera tras la quiebra de Lehman, la estafa de Madoff o los peores momentos de la crisis de la deuda periférica. Tras el alza del impuesto a las rentas de capital, del 21% al 27% para las plusvalías de los más ricos, las grandes fortunas temen que el Gobierno también suba el Impuesto de Sociedades de las sicav al 10% , desde el 1% actual. Aun así, esta medida sólo sería para las sociedades que no son realmente instituciones de inversión colectiva. "Sería volver a la fiscalidad de los años 90. Todas aquellas sicav con más de un5% ó 10% del capital en manos de un solo accionista tendrían que pagar más impuestos", explica Guillermo Santos, director de estrategia del Capital. Trampa legal Este ha sido uno de los objetos de polémica entorno a las sicav históricamente. Tributan como los fondos, como instrumentos de inversión colectiva, pero realmente pertenecen a un accionista y 99 "mariachis", o testaferros, con los que cumple el requisito de 100 inversores establecido por la ley. Algo más de 2.700 sicav, casi el 90% del total, tienen como máximo 150 accionistas, según los últimos datos disponibles en la CNMV. Es decir, todo apunta a que pertenecen a un solo inversor que contrata otros 99 falsos accionistas para cumplir con la legislación. Tan sólo 17 sociedades de las más de 3.000 que hay registradas en España tienen más de 500 accionistas. Las sicav ya estuvieron en el punto de mira fiscal del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero .Estudió una subida del Impuesto de Sociedades, aunque en ningún momento especificó que fuera sólo para las sicav administradas por un solo accionista. Lo que sí hizo el Gobierno de Zapatero, a finalesde2010, es atajar las reducciones de capital con devolución de aportaciones, una fórmula con la que los grandes patrimonios recuperaban su dinero de las sicav sin tributar por las plusvalías de la inversión. Tanto para Zapatero en su día, como para ahora el Gobierno de Mariano Rajoy, el verdadero quebradero de cabeza es la amenaza de una fuga de sicav a Luxemburgo si cambia su fiscalidad. El país centroeuropeo se ha convertido en un imán de inversiones de grandes patrimonios durante la crisis, porque ofrece flexibilidad, opacidad y agilidad administrativa. Allí, además, el Impuesto de Sociedades es inferior al 1%. En cambio, son más caras de constituir que las españolas y requieren la disolución de la sicav en la CNMV, un trámite que en ocasiones dura hasta cuatro meses. A lo que no escapan las inversiones luxemburguesas es a la subida del impuesto de rentas de capital, ya que las plusvalias tributan en el país del inversor.
Las sicav sufren las mayores fugas de la crisis por temor a un alza fiscal.
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