Incentivos fiscales a la I+D+i, clave para la pyme

En el actual contexto económico, las políticas de incentivos fiscales a la I+D+i se consideran a nivel internacional como uno de los más potentes instrumentos de apoyo empresarial. En la última década se ha evidenciado una tendencia global en la introducción o mejora de estos mecanismos. Para muchos países, las deducciones fiscales por actividades de I+D constituyen el eje vertebral de estas políticas, que han sido especialmente potenciadas con motivo de la actual coyuntura económica, como ha sido el caso de Francia, Irlanda, Canadá y Reino Unido. El empleo de las deducciones fiscales como instrumento de estímulo a la I+D a nivel mundial comienza en la década de los cuarenta en Canadá, a partir de allí hubo pocas iniciativas de este tipo hasta finales de los años setenta, principios de los ochenta, cuando comienzan de manera aislada en España (1979), EE UU (1981), Francia (1983) y Australia (1985) a implantar medidas de estímulo a la innovación empresarial por la vía de disminución de la carga tributaria. En este sentido, destacar el hecho de que España ha sido el primer país europeo con unos incentivos de esta naturaleza. En España, las deducciones fiscales han sufrido grandes cambios desde la reforma fiscal de 2006, la cual recogía una progresiva reducción de los porcentajes de deducción hasta su eliminación total. Esta medida, ampliamente discutida y criticada por todos los sectores y agentes económicos, fue suprimida en marzo de 2009, en el marco de las medidas del Plan E, asegurando su aplicación más allá del año 2011. El año 2014 se presenta como un punto de inflexión importante en cuanto a los incentivos fiscales a la I+D+i se refiere, con la recién estrenada Ley 12/2013 de Apoyo a los Emprendedores y su Internacionalización, las mejoras introducidas relativas al tan esperado crédito fiscal y patent box, el pendiente real decreto sobre bonificaciones en la cotización a la Seguridad Social del personal investigador y el actual proceso de reforma fiscal, en el que se vislumbra la eliminación de prácticamente la totalidad de las deducciones del impuesto sobre sociedades, manteniendo aquellas que fomenten la inversión, creación de empleo y la I+D+i, persiguiendo el objetivo de acercar el tipo nominal y el efectivo, simplificar el impuesto con el fin de incrementar la recaudación y atraer inversión extranjera. Si bien, es un hecho que la aprobación de la Ley 12/2013 nos traslada un claro mensaje de continuidad y mejora de los incentivos para las realización de actividades innovadoras, así como la valorización de los resultados de las mismas, es vital resolver ciertos aspectos grises en cuanto a la aplicación práctica de la misma, que deberán ser resueltos durante este año, para una correcta aplicación por parte de las empresas. Asimismo, el debate abierto ante la propuesta de reforma fiscal por parte del comité de expertos, aunque no cuestiona a priori el fondo de las deducciones fiscales a la I+D+i, sí podría ser en cuanto a la forma. En mi opinión, el actual mecanismo de incentivos a la I+D+i debería ser revisado, y este es un buen momento, con el objetivo de responder a la actual realidad económica y necesidades del tejido productivo, especialmente de la pyme innovadora, como actor protagonista en la senda de la recuperación económica: las definiciones recogidas en el artículo 35 del TRLIS en cuanto a la clasificación de actividades como I+D deberían ser revisadas para dar cabida a la realidad innovadora actual, reforzando el porcentaje de la deducción a estas actividades, incorporar una definición de I+D e innovación tecnológica en software que se aproximen a las recogidas en Manuales OCDE (Frascati y Oslo); incrementar el premio fiscal para las pymes innovadoras, buscando potenciar el efecto de la medida en estas empresas, agilizar los trámites correspondientes a la emisión de los actuales informes motivados vinculantes por parte del Mineco, revisión del proceso de evaluación externa... Este año es clave, por ello todos los actores que participamos en el ecosistema de la I+D+i y la empresa como beneficiario de estos incentivos debemos ser muy proactivos, no solo para conseguir que los incentivos fiscales a la I+D+i sigan jugando un papel relevante, sino que se aproximen a las necesidades del actual proceso innovador.

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